¡Sé dadivosa!

¡Sé dadivosa!

Cuando tú entiendes que tú eres la administradora de los recursos que Dios pone en tus manos, pero que todo proviene de Dios y le pertenece a Dios, comienzas a percatarte de que todos aquellos recursos que pasan por esas manos, también son para bendecir a otras personas.

Quiero que sepas que la cualidad que mayor imita a Jesús, no es la sabiduría, no es la santidad, es el DAR.

Todo lo que Jesús vino a hacer a la Tierra, fue dar. ¡Fue una entrega total!

El dio su vida por ti; lo dio todo. Y el momento en el que más te pareces a Él, es cuando tú te desprendes de lo tuyo y lo das a los demás. 

Así que… ¡Sé dadivosa!

Dale a tu esposo, dale a tus hijos, dale a tu familia, dale a las personas que consideras importantes para ti.

Pero también dales a aquellos que más lo necesitan en tu prójimo. Pues, yo te aseguro que, entre más tú des, más Dios te va a bendecir…

Recuerda que en 2 Corintios 9:7 podemos leer:

Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre…

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