Tu Provisión y tu Tiempo

14 Nov Tu Provisión y tu Tiempo

“Entonces se levantó Rebeca y sus doncellas, y montaron en los camellos, y siguieron al hombre; y el criado tomó a Rebeca, y se fue… Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello…”  Génesis 24: 61, 64 

El criado de Abraham fue enviado a buscar esposa para Isaac.  Este fue a la tierra de la parentela de Abraham, como le fue indicado, y allí conoció a Rebeca.  Tan pronto el criado se dio cuenta de que Rebeca era la mujer que él estaba buscando, le dejó saber a la familia sus planes y la razón por la cual había sido enviado.  Cuando Rebeca se ocupó de los camellos del criado de Abraham, se encargó de depositar en ellos lo que la iba a llevar a su destino.  Más adelante, cuando ella vio a Isaac, lo reconoció porque el criado se lo había dicho.  Ella se bajó cuando ya había llegado, cuando se encontró con su promesa.  Los camellos tienen la particularidad de que pueden caminar en frío y en calor; dentro de sí, tienen capacidad de enfriarse, de calentarse y almacenar agua para el camino.  Estos representan la provisión de Dios para emprender el viaje a tu destino.  

El Espíritu Santo no solo te deja saber cuándo es tu tiempo, sino que también te pone sobre la provisión suficiente.  

Rebeca no tuvo que cargar nada en aquel camino, ya que el criado tenía todo lo necesario.  El Espíritu Santo, a nuestro lado, es el siervo que nos dice para qué hemos sido llamados, y en qué tiempo Dios nos ha llamado.  Cuando te cruzas con la persona con la cual serás de bendición, en el lugar y el tiempo correcto, entonces puedes bajarte del camello porque has llegado. 

El Espíritu Santo es el maestro del tiempo.  Cuando Jesús estuvo en las bodas de Canaán, le dijo a su madre que aún no había llegado su tiempo.  Lo que él hizo allí lo podía hacer desde niño, pero él supo identificar, por el Espíritu Santo, su momento.  Cuando decides moverte en el plan de Dios, él te muestra tu tiempo.  Dios te hará comprender que el tiempo que has invertido en el camino no está perdido, y te recompensará.  Cuando vamos por el camino, muchas veces, el Espíritu Santo nos tiene que recordar el propósito por el cual estamos ahí, porque sentimos que lo que estamos haciendo no está dando fruto.  

A veces, pensamos que el destino de Dios se da de un día para otro, pero cuando Dios ungió a David en medio de sus hermanos, y lo escogió como el próximo rey de Israel, al otro día David no se encontraba en la casa del rey con todos sus vestuarios y beneficios.  Al otro día, David seguía en el campo, solo, con sus ovejas.  Seguía peleando con leones y osos; David había recibido la revelación de lo que Dios quería hacer con él, pero su tiempo no había llegado.  Debes entender que Dios tiene un tiempo para que reines en el palacio, que tiene un tiempo escogido para encontrarte con tu destino.  A David le tomó catorce años alcanzar la promesa; en el caso de Abraham, le tomó 25 años; en el caso de Jesús, le tomó 33 años.  

Tú que estás leyendo esto, puede que estés a un día de alcanzar tu promesa, o bien podría ser la próxima semana.  Y tal vez te preguntarás, ¿qué hago mientras espero ese momento?  Pues permite que el Espíritu Santo ministre a tu vida hasta que él señale ese tiempo.

Que tu oración en esta hora sea que le des espacio al Espíritu Santo en tu vida para que te ministre acerca del destino que Dios ha hecho para ti.  

Mensaje Especial predicado por Pastora Omayra Font el Domingo 19 de Agosto de 2007

Código del Programa: OF08192007DAM