20 Sep Las conversaciones difíciles no son alarmas, no las puedes posponer
Si tuviésemos el poder de posponer las conversaciones difíciles, es muy posible que lo usáramos más de lo que deberíamos, pues está claro que no siempre es agradable tenerlas, pero definitivamente son necesarias. Puede ser muy cómodo retrasarlas y si es posible, aplazarlas. Pero, ¿qué puedes esperar de esto? Muchas veces, nuestro crecimiento está más allá de nuestra zona de confort.
Cuando posponemos una conversación difícil, pasa lo mismo que cuando posponemos una alarma: no dejará de sonar hasta que te levantes y la apagues. Cada cinco minutos, tendrás ese recordatorio de que algo está pendiente, de que algo no se ha hecho. Pero, a diferencia de una alarma, dejar pasar una conversación puede afectar tu vida y bloquearte oportunidades importantes.
Las conversaciones difíciles son necesarias; pueden ser incómodas al principio, pero son un punto clave y fundamental para el crecimiento personal. Son oportunidades de crecimiento y conexión; pueden ser puertas por abrir a un futuro mucho mejor.
Cuando pienses en posponerlas, como si fuera una alarma, porque no te sientes aún lista para despertar, piensa en Jesús. ¿Qué habría pasado si Él hubiera pospuesto la salvación? Si por miedo, no hubiera vivido el Calvario. Él no lo tenía nada fácil; creo que a todos nos costaría dar ese paso.
Jesús era obediente, pero no solo eso; Él tenía fe y confianza en Su Padre. Sabía que si Dios lo había puesto en esa posición, no era por maldad; no era un castigo, era una misión. Y aun en los momentos más difíciles, confió en que Su Padre estaría con Él. ¿Por qué no estaría también contigo en esa conversación difícil?
No pospongas tus conversaciones difíciles. Invita a Dios, invita a Jesús a acompañarte en esta charla. Que sean Ellos los que hablen a través de ti. Pon en Sus manos tus palabras; pídeles que te ayuden a entender y a expresarte de la forma más inteligente posible.
De ahora en adelante, cada vez que desees posponer una conversación, piensa que estás cerrando una puerta a oportunidades. Estás perdiendo la posibilidad de aclarar malentendidos, de mejorar tus relaciones, de dar pasos hacia el avance en tu carrera. No estás creciendo.
El silencio puede ser cómodo, pero el crecimiento a veces se encuentra detrás de tu zona de confort. No pospongas la resolución de un problema; esto solo aumentará tu ansiedad. No sabes el estrés que te puedes ahorrar hablando, sacando de tu zapato esa piedra que no te deja caminar bien.
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