22 Nov El optimismo como un camino a la fe
El optimismo y la fe son dos valores cristianos que tienen un gran poder por separado y un inmenso potencial juntos. Se complementan sin ser lo mismo, pero siempre nos llevan a caminos de bienestar.
Contar con la capacidad de ver las cosas para bien es una cualidad que no todo el mundo tiene y que trae muchos efectos positivos. Incluso cuando no estamos seguros de cómo terminarán ciertas situaciones, decidir que apostaremos a la mejor opción es algo que tiene mucho valor.
Es el mismo caso de la fe, sin necesidad de ver propiamente, elegimos creer en esa fuerza superior que nos mueve, sostiene, ayuda y construye. Que procura nuestro bien, que nos traza un buen camino y nos ayuda a vivir conforme a Su Gracia.
¿Por qué el optimismo es un camino a la fe?
Cuando somos optimistas creemos que algo bueno va a pasar. Sin saber qué, cuándo o dónde habrá desenlace, escogemos creer que sí se dará. Que habrá un revés positivo, que todo va a estar mejor, que dejará de llover y que lo malo puede volverse bueno.
En ocasiones, podemos estar en lo cierto y otras veces nos equivocamos, pero las personas optimistas suelen mantener esa actitud a pesar de las circunstancias. Este valor está en las personas y no en las cosas. Un corazón optimista no se deja vencer por un día lluvioso, sino que busca un paraguas y un impermeable para hacerle frente a la jornada.
Hay personas que por más resueltas que tengan la situación, siempre le buscan un pero. Me voy a mojar, me puedo enfermar, lo dejaré para otro día, ¿y si me resbalo? Es cierto que no podemos forzar que ciertas cosas sucedan, pero también es una realidad que a veces Dios pone pequeñas pruebas en nuestro camino para ver qué tanto deseamos eso que estamos pidiendo, y saber qué tanto estamos dispuestas a hacer para conseguirlo.
Sé perseverante, valiente y esforzada. Encuentra los puntos de mejora, las soluciones y la forma de crecer en la adversidad. No pierdas el tiempo con excusas, más bien gana oportunidades con tu ingenio.
Lo que te comento, de alguna forma es tener fe. Es saber que Dios nos manda a ser entusiastas y a creer ciegamente en Su Palabra. Porque si Él dijo que íbamos a poder, es porque ya sabe que vamos a ser capaces de sortear los obstáculos del camino y llegaremos a la meta.
No siempre será fácil. Pero Él no dijo que sería sencillo, dijo que sería posible. Él no dijo que sería fácil, pero nos dio las herramientas para avanzar hacia nuestro propósito. Él no dijo que sería fácil, pero nos hizo mujeres fuertes para que nuestra voluntad sea del tamaño del reto que se presente.
Hoy quiero llamarte a confiar en Dios. A creer en Su voluntad. A entregarle cada uno de tus sueños y deseos. Pídele de corazón que te acompañe, que no suelte tu mano y que Él sea quien escoja el sendero para llegar a la victoria.
No seas testaruda ni creas que lo que tú ves es absoluto. Desde allá arriba, el panorama es general, imponente y superior. A veces sentimos que Dios nos abandona porque a pesar de creer en Él, no cumple con lo que le pedimos. Pero, si de verdad creyéramos en Él, entenderíamos que Sus planes son mejores que los nuestros y nos sentiríamos honradas de que Él haya puesto y quitado a Su voluntad.
Hoy no lo ves, pero mañana lo vas a aceptar de verdad. Te prometo que en algún momento lo entenderás y dirás desde lo más profundo de tu alma: “Gracias Padre amado, porque todo lo que has permitido en mi vida ha sido para mi bien”.
Él te prueba, pero también te muestra Su infinito amor cada día. Abre bien los ojos para que no pierdas ningún detalle de las majestuosidad de cada momento que regala en tu vida. Él sigue construyendo Su obra preciosa en ti. Sé optimista, sonríele a Su voluntad, sé fiel, y entiende que tu fe en Dios es el mayor poder que Él te dio al ser Su hija.
Gracias infinitas por tomarte el tiempo de completar esta lectura. Hoy quiero aprovechar para invitarte a escuchar el episodio 239 de Mujer, Podcast, que se titula: “Deja de intentar ser mejor y aprende a ser nueva – Parte 2”.
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