11 Nov ¿Quieres que Dios te cambie o te renueve?
Hay tantas cosas que queremos cambiar, tantas áreas en las que queremos evolucionar y pedimos ayuda celestial para lograrlo. Queremos ser las mejores madres del mundo, tener la familia perfecta, ser mujeres exitosas en nuestros roles laborales y mucho más.
Ahora, quisiera saber, ¿te has preguntado qué estás dispuesta a hacer para lograrlo? Es fácil decir “Todo Pastora, yo hago lo que sea para lograrlo”. Pero, no siempre es tan sencillo.
Dios no te ofrece un cambio de vida, Dios habla de una verdadera transformación. Él quiere tomar tu antigua vida y simplemente renovarla. Si tú se lo permites, Él te hará nueva en Su Espíritu y te mostrará el camino a seguir para poder cumplir con cada uno de los propósitos que se han planteado para tu existencia.
Para avanzar en este tema, es fundamental entender que tantos intentos fallidos se deben a que a veces, la fuerza de voluntad no es suficiente para alcanzar el éxito. Y no es porque sea poca, o porque no lo estamos deseando realmente.
Lo que ocurre es que necesitamos una fuerza superior para renovarnos, y esa fuerza viene de Dios. Cuando asumimos con humildad la necesidad que tenemos de que Él haga Su obra en nosotras, le damos entrada a Su proyecto en nuestras vidas.
¿Es preferible mejorar o renovar?
Dios quiere renovarnos, en vez de ayudarnos a mejorar. La respuesta a este argumento es sencilla. Imagina que tienes un carro deteriorado, oxidado, con piezas que tienen 20 años de antigüedad y con mil “mañas” para hacerlo funcionar.
Por más pintura que tú le eches por fuera, o por más que le laves la tapicería, los problemas de fondo van a continuar allí, esperando el momento ideal para salir a flote nuevamente.
Hay cosas que no vale el esfuerzo “maquillar”. Hay casos en los que hay que lavar de manera profunda una herida, para darle a esta la oportunidad de que pueda ir sanando. No es al revés.
Recuerda siempre que Dios no va a venir a poner adhesivo en una herida que está abierta. Dios lava, cura y sana desde adentro. Él no te curará por fuera y dejará adentro lo que está infectado.
Por ello, quiere regalarte la oportunidad de vivir en una nueva identidad. Esa que siempre ha sido tuya y que descuidaste al enfocarte en complacer las necesidades del mundo.
El Padre ha guardado siempre tu alma como un divino tesoro, esperando el momento en que acudas a Él para retomar el camino que te llevará al propósito que tienes en esta Tierra.
Ahora, quiero regalarte un par de consejos que te pondrán en disposición para esa renovación que Dios quiere lograr en ti.
No pierdas la fe:
Sé que a veces cuando no vemos un resultado, solemos desesperarnos y desear que todo ocurra de una vez, pero justo en esos momentos es cuando tu fe debe ser más sólida.
Confía en todo lo que Dios es capaz de hacer por ti y para ti. Entrégale esa angustia que te genera el tiempo y permítele actuar conforme a Su poder. No reproches, no reniegues, no desconfíes de Su tiempo. Demuestra que crees realmente en Él y que aceptas que son sus designios y no los tuyos los que deben predominar.
Sé humilde:
Aceptar que Dios es quien debe actuar en función de tu transformación requiere humildad. Reconoce que solo Él es capaz de lograr eso por lo que tú tanto has luchado y que te ha generado tantos intentos fallidos.
Pídeselo con mucha fe y con la convicción de que por más difícil que haya sido hasta ahora, no hay reto que sea imposible para Su Omnipotencia.
Qué bueno verte llegar hasta esta parte de la lectura. Aprecio mucho que saques un tiempo para alcanzar tu máximo potencial y hacer crecer tu vínculo con Dios. Si quieres continuar ahondando en esta temática, te invito a escuchar el episodio 238 de Mujer, Podcast, titulado: “Deja de intentar ser mejor y aprende a ser nueva – Parte 1”. Ya está disponible en tus plataformas favoritas.
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