
31 Mar 257: El Arte de Vivir Sin Prisa pero Sin Pausa
Has notado como muchas veces muchas de nosotras vivimos atrapada en una extraña paradoja, corremos todo el día como si nos estuviera persiguiendo un tigre, pero al final del día sentimos que no avanzamos ni un centímetro, yo misma me he sentido así demasiadas veces, muchas veces acumulaba logros a toda velocidad mientras algo esencial se me escapaba entre mis dedos.
Hoy te invito a descubrir una sabiduría que solo comprendí el año pasado cumplí mis 5 años, y es que existe un ritmo divino que no aparece en ningún manual de productividad, un fluir que no es ni la prisa frenética que nos agota, ni tampoco la parálisis disfrazada de prudencia que nos estanca, hoy yo quiero enseñarte el arte de moverte como un río, constante, poderoso, pero sí la ansiedad del torrente, ni el estancamiento del pantano.
En el episodio de hoy vas a descubrir porque la verdadera productividad no tiene nada que ver con velocidad, vas a aprender a distinguir entre las pausas estratégicas y las que son simplemente miedo disfrazado, y te voy a revelar prácticas concretas que transforma tu relación con el tiempo, la promesa que te hago hoy es importante y es poderosa y es atrevida y voy a cumplir que encuentres tu cadencia divina, vas a experimentar más paz y más propósito en el descanso.
Tu efectividad va a aumentar, mientras tu agotamiento va a disminuir. Hoy te quiero hablar acerca del arte de vivir sin pausa, pero sin prisa
¿Me creerías si te dijera que la perfección no es un requisito para el progreso? ¿Has notado cómo muchas veces muchas de nosotras vivimos atrapadas en una extraña paradoja? ¿Sabes tú que la productividad divina no se mide en tareas completadas, sino que se mide en propósito cumplido? ¿Conoces tú lo que es el estancamiento disfrazado? ¿Me creerías si te dijera que la velocidad nunca es sinónimo de progreso?
¿Te has preguntado si tienes la capacidad de responder con toda seguridad estas preguntas? Me gustaría leer tus respuestas a estas preguntas, en la caja de comentario.
Terminando con lo anterior, continuemos nuestra lectura.
Hoy quiero comenzar haciéndote una confesión, una confesión que tiene que ver con el mito de la prisa productiva, lo que te quiero confesar es algo que me ha tomado décadas entender, la velocidad nunca es sinónimo de progreso, cuando cumplí mis 50 años el año pasado, sinceramente algo cambio en mi percepción del tiempo, no fue como esa crisis que venden en las películas, que se compra el convertible rojo o hace esas decisiones impulsivas.
En realidad para mí fue más sutil y más profundo, como cuando ajustas en enfoque en unos binoculares y de repente puedes ver las cosas con claridad lo que antes veías de manera borrosa y sabes lo que descubrí, la prisa es como un che sin fondo parece valioso hasta que tú intentas cobrarlo.
Durante años yo viví bajo la tiranía, de que mientras más rápido todo era mejor, corriendo entre muchas responsabilidades, tratando de hacer todo excelente, pero sabes que sin saborear nada realmente, el calendario de Dios opera diferente al tuyo y al mío, cuando lees Habacuc 2:3 “Aunque la visión tardara, aun por un tiempo más se apresura hacia el fin o no defraudará aunque tardaré, espéralo porque sin duda vendrá y no tardará”
No sé si te diste cuenta de la aparente contradicción que se encuentra en este verso tardara y después dice no tardara, este versículo que yo lo he predicado muchísimas veces tampoco lo he mencionado muchas veces aquí en mujer podcast, nos revela una verdad divina hay un tiempo perfecto que parece lento para nuestra impaciencia, peor es exacto según el propósito celestial.
La cultura actual venera la rapidez como si eso fuera la única virtud que existe queremos la comida rápida, las citas rápidas, los resultados rápido, pero no sé si te has preguntado por qué a pesar de toda esta eficiencia nos sentimos más agotado y nos sentimos también menos realizados, y es como que si estuviéramos corriendo en una cinta de ejercicios cada vez más rápido, pero sin movernos realmente hacia adelante.
Mi despertar llegó de manera inesperada como te dije, mientras pasaba horas preparando quizás el mensaje perfecto, el podcast perfecto, preparando el evento perfecto, tantas cosas como nos pasas a muchas mujeres, mi mente divagaba en muchas cosas que tenía pendiente; los emails, las llamadas, las decisiones que tenía que tomar, los pasajes que tenía que hacer, los lugares que tenía que ir, y pasaba horas sentada frente a mi computadora y realmente yo mentalmente sentía que corría maratones todos los días y que sucedió.
Muchas veces me encontré con lugares o con resultados de mi esfuerzo y de mi trabajo donde se cumplían con todos los requisitos técnicos, pero carecía de esa chispa especial que solo nace cuando estás completamente presente en aquello que tú estás haciendo.
La productividad divina no se mide en tareas completadas, sino que se mide en propósito cumplido, es como la diferencia entre un tren bala y un velero, el primero el tren baja que va a toda velocidad te lleva muy rápido a un lugar, pero el segundo esos veleros te permite experimentar el viaje, así que imagina tu vida como si fuera un jardín, la prisa es como regar todas las plantas así superficialmente cuando en realidad apenas estás mojando la tierra y eso parece eficiente y tú dices yo regué el jardín, pero en realidad ninguna planta recibe suficiente agua para florecer verdaderamente.
Es una ilusión de progreso que termina con marchitas, ahora esto no significa que debamos movernos con la velocidad de un caracol, porque la primera que no aguanta eso soy yo, que es lo que significa, que cada paso debe de tener una intención, cada paso que demos debe de tener una presencia, y cada paso de demos debe de tener un propósito.
Vivir sin prisa no es vivir despacio, vivir sin prisa es vivir profundamente, te has fijado como Jesús nunca parecía que estaba apurado, yo he leído la biblia muchísimas veces y cuando leo esas parábolas de Jesús, esas escrituras de Jesús yo no veo ese apuro con el que vivimos nosotros hoy, a pesar de que Jesús solo tenía tres años para cumplir el ministerio más importante de la historia, la misión más importante de la historia nunca lo vemos corriendo de un lugar a otro diciendo yo no tengo tiempo, en cambio, lo vemos deteniéndose para hablar con la mujer samaritana, tomándose el tiempo para bendecir a los niños, sentándose a cenar con sus discípulos la noche antes de su crucifixión.
Cada momento era sagrado, cada interacción con Jesús tenía profundidad, por eso lo segundo de lo que quiero hablarte hoy es.
PELIGRO DEL ESTANCAMIENTO DISFRAZADO.
Permíteme mostrarte el otro lado de la moneda, igual de peligroso, pero menos evidente que es el estancamiento disfrazado, durante la pandemia todos nos vimos forzados a detenernos, sé que paso hace unos cuantos años, pero aún está fresco en la memoria de muchos de nosotros yo al principio me resistí con todas mis fuerzas, yo tenía planes, tenía compromiso, tenía una visión clara de lo que yo tendría que estar haciendo y me paso algo en el año de la pandemia y un año después de la pandemia,
Yo tuve unas cirugías en la rodilla que me obligaron nuevamente hacer una pausa no planificada, lo fascinante es que estas pausas que fueron forzadas revelaron algo que yo nunca hubiese descubierto mientras corría, yo había confundido movimiento con avance, alguna de nuestras pausas más productiva son aquellas que nosotros no pedimos y aquellas que nosotros no planificamos.
Es como cuando el GPS te redirige por un camino inesperado y ese camino resulta ser más hermoso y más eficiente que la ruta original que se había trazado; sin embargo, existe un tipo de pausa que es particularmente engañosa, es la pausa que nace del miedo, disfrazado de prudencia, yo lo voy a llamar la pausa perpetua.
Mira lo que dice Éxodo 14:15 cuando los Israelita estaban atrapados entre el mar rojo y el ejército egipcio Dios le dice algo sorprendente Moisés Éxodo 14:15“Por qué clamas a mí, di a los hijos de Israel que marchen” y estas respuestas me dejo pensando hay momentos en que incluso, la oración puede convertirse en una forma de procrastinación espiritual si ya henos recibidos la instrucción de parte Dios de avanzar.
¿Te suena familiar? Has estado algún momento ahí en tu vida, mira a veces seguimos orando por dirección cuando Dios ya ha dicho marcha, muévete, sigue hacia adelante, seguimos esperando el momento perfecto cuando Dios te dijo es ahora y existe una tención sagrada que debemos de aprender a navegar, es como caminar por la cuerda floja, inclinarse demasiado a un lado da prisa o inclinarse demasiado al otro la parálisis puede ser igualmente peligroso.
¿Yo me encontré hace poco con una mujer emprendedora, brillante y que admiro muchísimos y esta llevaba tres años, 36 meses perfeccionando el proyecto perfecto y cada vez que estaba a punto de lanzarlo encontraba algo más que mejoras, encontraba otro detalle que tenía que pulir y yo le pregunte, que tú estás esperando realmente? Y su respuesta para mí fue reveladora, dijo quiero que sea perfecto antes de mostrarlo al mundo.
Déjame decirte algo, la perfección no es un requisito para el progreso, muchas veces es el enemigo silencioso de tu propósito, es como esa ancla que está disfrazada de un salvavidas, parece quien te va a mantener segura, pero en realidad te impide navegar.
El rey salomón con toda su sabiduría advirtió sobre esto en Eclesiastés 11:4 “Quien observa el viento no sembrará; quien mira a las miras las nubes no cosechará”, no te parece este verso de Eclesiastés fascínate, esperar las condiciones perfectas garantiza que nunca comiences, mientras esperaba que mi rodilla se sanara y se completara tras la cirugía yo descubrí algo, la recuperación no ocurre en la inmovilidad total, la verdad es que mi recuperación requirió de un balance dedicado entre el descanso necesario que me ordenó el doctor y el movimiento gradual que me llevaba a respetar lo limites y expandir esos límites a la velocidad que tenía que suceder.
Tu destino no espera a que tú estés lista, tú te vuelves lista mientras está en el camino hacia tu destino. Es como aprender a tocar un instrumento, no puedes esperar a estar listo para comenzar. Comenzar es precisamente lo que te prepara.
La parálisis por análisis esa tendencia de sobre pensar hasta la inmovilidad, es el pantano donde muchos sueños se ahogan lentamente y lo más triste es que muchas veces lo disformamos de sabiduría o lo disfrazamos de discernimiento, como podemos encontrar el balance, piensa en el agua cuando fluye demasiado rápido causa erosión, causa destrucción, cuando se estanca causa putrefacción, así que en el fluir constante, pero sereno es donde realmente el agua encuentra su fuerza y su belleza.
Una de las cosas que te quiero enseñar hoy es ese ritmo divino, sin prisa y sin pausa, así que el corazón de todo lo que te quiero compartir hoy está aquí, existe un ritmo divino, existe una cadencia celestial, que cuando tú la descubres revoluciona completamente como tú experimentas el tiempo y como tú experimentas el propósito.
En el griego del nuevo testamento dos conceptos fascínate para el tiempo, uno es la palabra cronos que significa el tiempo cronológico y secuencial y el otro es la palabra Kairos, que significa en momento oportuno o el tiempo divino y vivimos en un mundo que está obsesionado con el crono, está obsesionado con los segundos, con los minutos, con las horas que controlan nuestra vida, pero Dios opera principalmente en el Kairos, momentos perfectos que no siempre coinciden con nuestros calendarios meticulosamente planificados.
El tiempo no solo es un recurso para administrar, el tiempo es un maestro que tenemos que escuchar, es como una partitura musical donde importan tanto las notas como los silencios, durante años mi rutina incluye algo que mucha gente considera extraño para una persona tan productiva, yo te voy a contar algo; desde hace siete años yo implemente mi agenda de trabajo una siesta después de almorzar.
Yo me levanto un poquito antes de las cuatro de la mañana todos los días y eso me permite disfrutar de esas primeras horas de la mañana serena para que, para yo poder conectar con Dios, para yo poder leer la biblia, para yo poder estudiar, para yo poder hacer ejercicios, para yo poder prepararme para mi vida y descubrí que esa pequeña pausa que yo hago al medio día y yo tomo una siesta de veinte minutos lejos de restarle a mi día en realidad lo potencia enormemente, porque en esos veinte minutos es como recargar el teléfono antes de que la batería se descargue por completo.
Hay personas que dirán: sabes lo que es perder veinte minutos, yo no me puedo acostar veinte minutos y levantarme bien. Créeme que, si funciona, no está perdiendo tiempo, estás invirtiendo en la calidad de las horas siguientes del día.
Moisés pasó cuarenta años en el desierto antes de los cuarenta años de su ministerio principal. Jesús pasó treinta años de preparación antes de los tres años de su ministerio público. Juan el Bautista creció en el desierto antes de aparecer con su mensaje revolucionario. Te das cuenta del patrón.
La paciente preparación no es un retraso del propósito, es la fundación del impacto duradero. Como saber si tú has encontrado ese ritmo divino, te compartiré tres señales reveladoras.
º1 Experimentas paz e incluso en medio de actividad intensa, no es la paz de la actividad, sino la serenidad de saber que estás en sintonía con tu propósito.
º2 Tu efectividad aumenta mientras tu esfuerzo percibido disminuye, es como un nadador que encuentra el ritmo perfecto de que cada abrasada rinde más, sin necesidad de forzar nada.
º3 Pierdes la obsesión de llenar y comienzas a valorar el viaje en sí, los logros siguen siendo importantes, pero ya no son la única fuente de satisfacción.
Proverbios 16:9 “El corazón del hombre piensa su camino, más Jehová endereza sus pasos” hay una colaboración sagrada aquí, tú planificas y Dios dirige, tú te mueves Dios ajusta, no somos ni espectadores pasivos, ni tampoco creadores autónomos, somos colaboradores en esa danza con nuestro Dios que al final del día nos dirige y nos ajusta.
Piensa en la metáfora de la marea, ni se apresura, ni se detiene, pero con su ritmo constante inexorable transforma paisajes, sostiene ecosistemas completos, su poder no está en su velocidad, sino que es su consistencia, una de las prácticas que transformo mi vida fue aprender a dar atención total a lo que tengo delante de mí, eso se los hable en el episodio anterior de mujer podcast que tienes que escuchar.
¿El lugar de dividir mi concentración entre las múltiples tareas, el famoso multitasking? Que han vendido toda la vida, yo trato de ahorrar cada actividad con mi presencia, con mi atención total y el resultado mejor calidad todo lo que hago y también una nueva dimensión de disfrute en el proceso de las cosas que hago, vivir sin prisa, pero sin pausa no es una técnica de productividad es una postura espiritual que transforma no solo lo que hace, sino quien eres mientras lo haces.
Implementación práctica, pasemos de la revelación a la aplicación, como tú puedes transformar estos principios en prácticas concretas que revoluciones todos tus días, comencemos con:
º1 La técnica del paso consciente; este es un método sencillo, pero profundo que yo aplico especialmente cuando siento la presión de que hay días que quieren arrastrarme con una prisa frenética, consiste en realizar cada actividad literalmente al ritmo de tu respiración, ya sea contestar los emails, preparar una presentación, esas actividades cotidianas, vestirte, conducir, planchar, cocinar, fregar, sincroniza tus movimientos con tu respiración haciendo de cada acción un acto como medio meditativo, suena simple, pero te sorprendería como esta práctica cambia completamente la calidad de tu experiencia, es como la diferencia entre engullir la comida y saborearla, de eso es lo que se trata, haz las cosas al ritmo de tu respiración que tú puedes estar consciente que puedas disfrutarlo.
¿Sabes lo que será el resultado final, la experiencia, es totalmente diferente? Tú no necesitas más horas en tu día, tú necesitas más presencia en tus horas, es como si el tiempo se expandiera cuando le ofreces tu atención plena a tus actividades.
º2 Crear espacio de pausas sagradas a lo largo de tu día; esos veinte minutos que yo cierro mis ojitos, si estoy en mi oficina lo hago en un sofá que lo tengo allá, si estoy en mi casa lo hago en mi camita, yo no estoy hablando de descansos largos necesariamente veinte minutos es largo para lo que me refiero es este paso, la verdad me refiero a micro pausas intencionales entre tus actividades.
Antes de cada transición, entre medios de reuniones, yo siempre tomo unos minutos para descansar, si estoy en mi oficina salgo de mi oficina y doy una vuelta por el piso, voy y saludo a alguien, o me siento un momento, respiro entre una reunión y otra, entre un proyecto y otro, entre una conversación y otra, entre un pensamiento y otro, haz esas pausas unos minutos, respira profundo, pausa para que puedas reconocer lo que acabas de lograr, lo que acabas de completar, lo que acabas de hacer y preparar tu mente para el próximo evento si es una reunión, si es una llamada, si es que tienes que guiar para algún lugar, aprende a reparar a tu mente para lo que viene, es como un pequeño ritual cierre y apertura.
Números 10:35-36 “ Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen. 36 Y cuando ella se detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de Israel.
Había una declaración específica para cada transición y eso estaba marcando claramente el fin de una etapa y el comienzo de la otra, las transiciones no son espacios vacíos de actividades importantes, en realidad son momentos sagrados para que, para reorientarte, para esa renovación que necesitamos entre una cosa y la otra, es como el espacio entre las notas musicales que te mencione hace rato, lejos de ser tiempo perdido es esencial para la belleza de esa melodía.
º3 El cierre intencional; al final de cada día tómate unos minutos para revisar lo que lograste, lo que aprendiste, lo que te llevas contigo para ese próximo día y este ritual que yo lo hago siempre y que lo llamo la reunión con misma, este ritual es simple, pero poderoso porque te crea un límite saludable entre tu día de trabajo y tu tiempo personal, cierra suavemente esa puerta en lugar de dejarla entre abierta permitiendo que esos pendientes y esas preocupaciones se cuelen en tus espacios de descanso.
Eclesiastés 3:1-8 léete esos versos y que todo tiene su tiempo y que todo lo que se quiere debajo del sol tiene su hora, esta sabiduría ancestral que viene de nuestro gran sabio Salomón, nos recuerda que hay un ritmo natural para todo, un tiempo para esforzarse y no tiempo para descansar, un tiempo para acometer y un tiempo para retirarse.
Tu valor no se mide por la velocidad de tu avance, sino por la alineación de tu movimiento con tu propósito divino. Es como un arroyo de montaña, no necesita apresurarse porque sabe exactamente hacia dónde fluye.
Quiero compartirte la práctica del avance en descanso, parece contradictorio, pero hay una sabiduría profunda aquí, imagínate que tú estás escalando una montaña los escaladores experimentados no suben de una, eso sería terrible, sería agotador, sería ineficiente e incluso podría costarle hasta la vida, que hacen dan unos pasos, establecen un punto de anclaje seguro, descansan brevemente y que hacen después continúan con su trayectoria.
Este patrón de avance, anclaje, descanso y luego avance le permite conquistar cumbres que serían imposible hacerla de una, el descanso estratégico no es la ausencia de progreso, es el combustible del avance sostenible que es lo que todos queremos en nuestra vida, es como la sístole y diástole del corazón ambos movimientos son esenciales para que la sangre fluya y algo que he descubierto, las tareas más exigentes se vuelven más manejable cuando las abordo con ese ritmo.
Puede ser si estoy escribiendo un libro, o estoy preparando una serie de mensajes, o estoy desarrollando nuevo episodio de mujer podcast o estoy desarrollando un nuevo proyecto, la clave ha sido aprender a avanzar en ciclos de esfuerzos enfocados seguidos con breves periodos de recuperación, esta cadencia no es solo más sostenible, sino que produce resultados de mayor calidad porque cada nuevo esfuerzo nace de un lugar de renovación no de agotamiento extremo acumulado.
Isaías 40:31 “Pero los que esperan a Jehová renovarán sus fuerzas; se levantaran con alas como las águilas; correrán y no se cansarán, caminaran y no se fatigarán” nota que menciona tanto correr como caminar, correr es un ritmo, caminar es otro ritmo, ritmos distintos y distintos movimientos, pero todos sostenidos por la renovación que viene de la espera en Dios.
Implementa estas prácticas gradualmente comienza con una e intégralas hasta que se vuelvan natural y luego añade otra recuerda la transformación duradera, es una danza rítmica que continúa toda nuestra vida, el arte de vivir sin prisa, pero sin pausa no es una técnica que vas a dominar de la noche a la mañana, no pretendas hacerlo con prisa, es una danza que vas a perfeccionar día a día, justando tu ritmo para mantenerte en sintonía con el compás divino.
Cuando yo miro hacia atrás, cuando veo esa Omayra joven de veinte años, que corría de cada logro como si el valor dependiera de nuestra velocidad, honestamente me sonrío con ternura, el camino, décadas, me han enseñado que no necesitamos elegir entre avanzar o disfrutar, me ha enseñado que podemos hacer ambas cosas cuando encontramos nuestro ritmo único.
Cuando encontramos ese fluir que honra tanto el movimiento como del descanso, la prisa te roba la profundidad, la pausa perpetua te roba el destino, peor el ritmo divino te regala ambas cosas, plenitud en el viaje y la llegada a tu propósito.
Mi desafío para ti en este episodio es bien simple, pero bien importante, elige una actividad diaria, puede ser tan simple como cepillarte los dientes, tan significativa como tu devocional diario con Dios y realízala con atención, realízala al ritmo consciente de tu respiración, observa como eso pequeñito va a comenzar a transformar, no solamente esa actividad, sino tu percepción del tiempo mismo, en Salmos 90:12 “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría” el tiempo no es un recurso para gastar, sino un regalo para desenvolver cuidadosamente descubriendo los tesoros escondidos en cada momento.
Tu relación con el tiempo revela tu relación con la eternidad, cuando aprendes afluir en el ritmo divino no solo vas a transformar tus días, sino que te vas a preparar para habitar la eternidad, avanza claro que sí, persigue tus sueños obvios definitivamente, pero hazlo desde el ritmo sagrado que honra el movimiento y el descanso, que honra el esfuerzo y la recuperación, porque es en ese ritmo perfecto dónde vas a descubrir no solo el hacer, sino el ser para el que fuiste creada.
Si este episodio resuena en tu corazón conviértete en una mensajera de esta verdad, tu like, tu comentario, tu compartir de este episodio no son simple gesto digital, son invitaciones para que otras mujeres también descubran la libertad de esconderse a un ritmo que nutre en lugar de agotarlas, así que cada vez que compartes esta conversación más allá de tú y yo y encantaría que compartieras este episodio, y en tus comentarios me digas hoy que vas a hacer sin prisa, pero sin pausa, que vas a detenerte a disfrutar.
Elige una actividad cotidiana, practícala con presencia plena, observa cómo cambia no solo tu experiencia, sino tu percepción misma del tiempo, tu relación con el tiempo revela tu relación con tu propósito, cuando aprendes a fluir en ese río divino ni apresurándote ni estancándote, no solo vas a transformar tus días, sino que te vas a preparar para habitar en la eternidad para la que fuiste creada.
Por último, me gustaría agradecer a todas esas mujeres, que decidieron invertir un par de minutos de su vida leyendo.
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