
05 May 262: El Valor Único e Inigualable de la Maternidad
Sabes que me rompió dentro de mí en una ocasión, algo que me entristeció, pero en gran manera, escuché a una mujer decir con alivio: ¡ay, gracias a Dios que yo no tengo hijos! No me detienen para nada en mi vida, y quiero que sepas que, cuando escuché a esta mujer decir esas palabras, yo no las juzgo, porque la sociedad ha hecho un trabajo bien eficiente, despreciando la maternidad que ahora muchas veces creen que ser madre es sinónimo de estancamiento.
Ser madre no te detiene, ser madre te transforma y hoy te voy a decir cosas que nadie se va a atrever a decirte. Voy a contarte cómo criar a dos adolescentes y dos niñas pequeñas, me llevó al borde del agotamiento, peor también a las alturas más profundas de mi propósito.
Vamos a hablar de decisiones valientes, de abrazar tu llamado, aunque duela y si de la posibilidad divina de adoptar cuando el vientre no responde, pero el corazón está fértil de amor, este episodio no es para glorificar la perfección, es para liberar a la mujer real que hay en ti, porque la maternidad nunca es una tarea, es una herencia eterna. Quiero que estés aquí conmigo hasta el final de este episodio, donde te voy a hablar acerca del valor único e inigualable de la maternidad.
¿Conoces tú como mujer qué es la maternidad? ¿Alguna vez te has preguntado si es verdad que la maternidad interrumpe tu propósito? ¿Sabías tú que la maternidad es una conspiración divina entre el cielo y la tierra? ¿Me creerías si te dijera que no solo necesitas un vientre para ser madre, también necesitas esa asignación divina y un corazón que estaba dispuesto a hacerlo? ¿Sabías tú que la maternidad no es una distracción del cielo, es una extensión del cielo sobre tu casa?
¿Te has preguntado si tienes la capacidad de responder con toda seguridad estas preguntas? Me gustaría leer tus respuestas a estas preguntas, en la caja de comentario.
Terminando con lo anterior, continuemos nuestra lectura.
VALORES QUE HACEN QUE LA MATERNIDAD SEA ALGO ÚNICO E INIGUALABLE.
1. LA MATERNIDAD ES UNA CONSPIRACIÓN DIVINA ENTRE EN CIELO Y LA TIERRA.
Tú sabes lo que he llegado entender yo con los años, que la maternidad no comenzó en la tierra, yo creo con todo mi corazón que la maternidad comenzó en el cielo, no fue una idea funcional de Dios para poblar el planeta solamente, la maternidad es una manifestación divina que el amor de Dios, que es el amor más tierno, más paciente y protector.
Dios pudo compararse con muchas cosas, con un rey, con un león, con un pastor, pero cuando quiso demostrar su lado más íntimo dijo, como consuela una madre, así los consolaré yo, eso lo leí en Isaías 66:13 y tengo que decirte que cuando lo leí de verdad me quede sin palabras, porque si hay algo que me rompe el corazón es ver últimamente cuantas mujeres están renunciando a la maternidad ante siquiera poder considerarla, no porque no puedan, sino porque no quieren.
La cultura les ha vendido que criar hijos es una pérdida de tiempo, que es mejor construir un imperio, construir un negocio, construir una influencia, las redes sociales que construir una familia, que es mejor parir proyectos que parir personas y si hay mujeres que tienen razones profundas para sentir ese temor, muchas vienen de madre que no supieron amar bien, otras crecieron creyendo que ser madre significa desaparecerse, peor quiero decir esto con todo mi corazón, renunciar a la maternidad con miedos dejar que el pasado decida el futuro de una generación que aún no ha nacido.
La maternidad no es una cárcel es un altar, no es un final de propósito es la expansión más profunda de quien tú eres y yo no te voy a mentir, hubo un tiempo en mi vida en que la maternidad me dolía, tenía dos hijas grandes 12, 10, 13, 11 años y de pronto quede embarazada una vez más y un año después sabes lo que me paso embarazada de nuevo.
Así que imagínate tener dos adolescentes y dos bebes al mismo tiempo, te reconozco que había duda de que yo me preguntaba si me iba a volver loca porque una quería en biberón, la otra quería jugar, la otra quería que la ayudaran con la ropa, la otra tenía un problema con las cosas de la escuela, todas lloraban al mismo tiempo, todas necesitaban la atención y yo solamente tengo un cuerpo, una mente, dos manos y muchas veces me sentía que estaba al borde del colapso.
En medio de todo ese caos, como muchas de ustedes que son madres y que tienen múltiples hijos y que han estado con momentos así, Dios me enseño algo tan simple y profundo, me enseño que la maternidad no se mide en perfección, sino que se mide en presencia y durante esos tiempos difíciles Dios me sostuvo, yo no podía ni puedo hoy en día hacer las cosas perfectas, pero yo podía estar presente para mis hijas, pero en esa presencia, en ese estar ahí y en ese ser parte de su vida descubrí un poder que prometo que en ninguna conferencia, ni plataforma, ningún negocio, ninguna oportunidad, ninguna puerta que Dios ha abierto delante de mí jamás me ha podido enseñar.
Quiero hacer una pausa rapidito, en mi corazón hay muchas mujeres que no pueden tener hijos y escucharme hablar de las niñas, de la presencia con los hijos quizás te hace pensar y te da tristeza, dirás voy a apagar este episodio, esto no puedo escucharlo, no lo apagues, no apagues este episodio, quiero que sepas algo que vi con mis propios ojos.
Una de mis amigas muy cercana hace muchos años tuvo la bendición de adoptar y yo estuve con ella durante gran parte de ese proceso, llore con ella, celebre con ella y hoy yo veo a esos dos niños crecer, amar a Dios, tener seguridad, tener una identidad, tener un hogar y no puedo dejar de pensar, tu vientre no define tu capacidad de maternidad, tu amor si lo define.
La maternidad no es una función del cuerpo, es una asignación del cielo, así que si Dios ha puesto ese deseo en tu corazón considera, considera la adopción como un llamado, considera la adopción como un plan B, y si ya eres madre y estás cansada y estás agobiada, te sientes insuficiente, querida amiga respira Dios no te está pidiendo que seas perfecta, solo te está recordando que la maternidad es una conspiración entre el cielo y la tierra y tú fuiste elegida para formar parte de ella.
Imagínate si comenzarás a ver tu maternidad, no como una carga, sino como una plataforma para liberar tu propósito eterno. Yo te pregunto qué tipo de semilla estarías sembrando hoy, que podría florecer mucho más después de ti. De eso es de lo que se trata la maternidad.
2. LA MATERNIDAD TRANSFORMA TANTO A LA MUJER COMO A ESE HIJO.
Hay un momento en la biblia que siempre me estremece y es un momento bien breve, casi silencioso, pero que de verdad carga un peso inmenso, Lucas 2:19 “Pero María guardaba todas estas cosas, metiéndolas en su corazón” no dice que María gritaba todas estas cosas, no dice que María predicaba todas estas cosas, no dice que María salió a organizar el mundo con todas estas cosas, dice que lo guardo, que medito en eso, que estaba en su corazón.
Cuántas veces a la maternidad no nos transforma en medio de lo cotidiano, de lo que nadie ve, de lo que no tiene aplausos y sabes por qué, porque, aunque parezca que somos nosotras las que estamos formando a nuestros hijos, la verdad es que ellos también nos están formando a nosotras.
Sí, la madre sabemos cosas que más nadie sabe, y no importa si tú diste a luz a los 20 o diste a luz a los 40 que yo di a luz cerquita de los 20, o sea los 22 fue la primera y a los 37 la segunda, tu sistema neurológico es rediseñado para cuidar, para intuir y para sostener, yo no sé si eso te parece increíble a mí el diseño de Dios nunca deja de sorprenderme.
El cuerpo cambia, pero el alma también cambia: la manera en que tú miras el mundo, la manera en que tú tomas decisiones, la forma en que tú escuchas. Te prometo que con la maternidad todo eso lo cambia. Yo puedo contar de mil y una ocasiones en donde he estado tratando de hacer muchas cosas de trabajo, escribir y responder, mensajes a atender personas, a responder preguntas que me hacen constantemente y cualquiera de mis hijas está ahí tratando de decirme algo y me dice, mamá. Sí, estás escuchando.
De hecho, en estos días estaba en el auto con mi nieta y yo estaba hablando por el teléfono y mi nieta estaba hablando, hablando, hablando atrás. Y en una, la escucho que me dice, Abu, escúchame, y cuando eso sucede, yo les prometo que yo me congelo porque ellos tienen razón.
Hay momentos en los que tenemos que entender que nuestro trabajo es estar, que se trata de dejarnos moldear por esas situaciones, porque la maternidad, como te dije, no solamente forma nuestros hijos, sino que también forman nuevas versiones de las mujeres. Que fuimos creadas para hacer, y Sabes qué es lo más loco de todo esto que aun sabiendo eso, muchas veces nos sentimos culpables porque no nos sentimos suficientes. Y yo quiero.
Hoy te dije al principio te voy a dar algunas verdades incómodas ¿Y qué te iba a decir lo que nadie te va a decir? Escúchame bien, tú nunca te vas a sentir completamente lista. ¿Pero la maternidad, pero eso no significa que no esté siendo transformada todos los días y que Dios no esté transformándote todos los días en un proceso y en esa contradicción, verdad que es super divina?
Yo sé que te sientes agotada, pero estás más fuerte. Yo sé que te sientes como quebrada. ¿Pero estás más sensible? Yo sé que te sientes insuficiente, pero estás más conectada con tú
Propósito, porque Dios no está buscando más de que sean perfectas. Dios está buscando madres que estén disponibles, mujeres que digan, yo no tengo todo resuelto, pero estoy aquí. ¿Y si tú estás escuchando esto pensando, oye, qué pastora? Yo no soy una buena madre. ¿Quién te dijo eso? Una comparación con una mamá y redes sociales, una crítica de alguien que evidentemente no tiene sensibilidad. O en tu propia culpa por lo que siente que ha fallado o que quizá no has hecho lo correcto. Mira, escucha, de verdad esto te voy a decir con el corazón más sincero: la maternidad no espera tu perfección, espera tu disposición.
Así que imagínate si tú, en vez de estar luchando, peleando por ser esa mamá ideal, por ser esa mamá perfecta, por ser esa mamá, ¿verdad? Que no comete errores en lugar de hacer todo eso, comenzar a abrazar la maternidad es real, que eres la madre que Dios está formando en TI. ¿Qué pasaría si confiaras? ¿En quién, incluso en tu imperfección, está escribiendo una historia en la que tus hijos jamás van a volver, van a poder olvidar?
3. LA MATERNIDAD NO SIEMPRE NACE DEL VIENTRE, PERO SIEMPRE NACE DEL AMOR.
Este punto lo tengo clavado en mi alma, se los prometo, porque he visto con mis propios ojos como Dios, formas madres, no solo para el cuerpo, sino para el corazón. Yo, como te dije, acompañé de cerca a una buena amiga durante su proceso de adopción, que fue largo, que fue retardante, que fue incómodo, pero también fue un proceso sagrado. ¿Y cuándo esos niños, ¿verdad? Llegaron al hogar, no había dudas. No había títulos biológicos, pero sí había algo bien poderoso. Había un amor escogido a mi mamá que dijo: te recibo, te veo, te cuido, te amo. Y ese amor es tan legítimo, es tan fuerte, es tan eterno como cualquier vínculo de sangre.
Una madre no es solamente la que da vida, es la que la sostiene, es la que la afirma y sabes que es la que la celebra y esa no es solamente mi percepción. Cuando tú lees Jueces 5:7 “Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído hasta que yo, Débora dice, me levanté como madre de Israel”. ¿Sabes lo que eso significa? Débora fue la madre biológica, ese montón de personas, pero fue madre de una nación. Se levantó con identidad maternal, para guiar, para proteger, para levantar a un pueblo entero. No necesito un par de físico para maternal, solo necesito esa asignación divina y un corazón que estaba dispuesto a hacerlo.
Esto es lo que escuchen todas las madres que por una razón u otras no han podido tener hijos propios, tu llamado a la maternidad no está cancelado, tu capacidad de amar, tu capacidad de cuidar, tu capacidad de cubrir, tu capacidad de formar, tu capacidad de consolar sigue ahí, intacta, sigue ahí poderosa y también está lista para ser usada. Así que el vientre puede cerrarse, pero el corazón nunca pierde su diseño original.
Sabes que me inquieta profundamente que muchas veces reducimos la maternidad a ese modelo tradicional, como si solo con las que tienen pañales, biberones, cartera, crayola, que le crece la barriga, que la estría que ir al médico cuando hay muchas cosas que son más importantes. La maternidad espiritual también existe, también existe y es necesaria. Hay niñas en tu iglesia. Hay jóvenes en tu comodidad, hay personas en tu círculo que necesitan una mujer que diga yo estoy aquí para ti.
Hay generaciones que se están perdiendo porque no hay suficientes mujeres que se levantan como madre de Israel. Y que se levanten como Débora, no necesariamente madre biológica, sino madre el corazón, madres del carácter, madres de la convicción. Y yo tengo que decir que
en este momento de mi vida hay algún joven a quien yo he convocado y ha dicho: estoy peleando por ti, estoy cerca de ti, estoy aquí para aconsejarte, estoy aquí para guiarte si te veo haciendo algo mal.
Yo tengo mis cuatro hijas, pero también veo jóvenes que necesitan una guía, una ayuda especial, que necesitan algo que con todo el amor del mundo le digan las cosas que necesitan escuchar de ti, te pregunto mujer tengas hijos o no tengas hijos y si no tienes hijos naturales, una vez más te digo que consideres la adopción.
¿De igual manera yo te pregunto, a quién tú puedes cuidar? ¿A quién tú puedes mentorear? A quien tú puedes cubrir con tu oración, con tu tiempo, con tu ternura. ¿Dios no necesita tu historial ginecológico, ¿verdad? Para activar tu maternidad, Dios necesita que tú le digas: sí, la maternidad no siempre nace en nuestro vientre, pero siempre nace del amor, así que yo creo que por un momento te imaginas y comenzarás a ver la vida como una incubadora.
Si comenzarás a ver tu vida como un espacio donde otros pueden encontrar nutrición, pueden encontrar dirección, pueden encontrar seguridad y quizás tienes hijos biológicos. El espiritual es adoptivo. Yo te digo que Dios puede utilizar tu maternidad siempre y cuando la pongas en las manos de Dios.
4. LA MATERNIDAD NO INTERRUMPE TU PROPÓSITO.
Yo te prometo que todo lo que yo he escrito en este pódcast lo he escrito para llegar a este punto. Por qué, porque hay una idea errónea de que los hijos interrumpen la vida y un hijo no interrumpe tu propósito, un hijo lo amplifica, y este punto yo lo tengo que decir con firmeza porque me ha encontrado demasiado de brillar con mujeres con llamados evidentes, con mujeres con dones sobrenaturales, que me confiesan lo que me parte el alma te lo prometo que me parte el alma cuando me dicen a mi mamá me hizo sentir que tener hijo era como el fin de la libertad, el fin de la vida.
¡Ay, de verdad que escuché tantas veces, he escuchado tantas veces a mujeres decir que sus hijos arruinaron su sueño! ¡Uy, que hubiese empezado mejor en tenerlos! Hay gente que dice: “Otro piensa bien cuántos quiere tener o si quiere tener hijos”. Hay gente que me ha dicho, inclusive pastor, yo tengo miedo a perderme en la maternidad y yo me entristezco.
Yo le prometo que yo respiro hondo, profundo cuando escucho cosas como esa, porque yo entiendo de dónde vienen. Yo entiendo el miedo que pueden tener, yo entiendo el peso que sienten que van a tener sobre sus hombros, yo entiendo que cuando quizás una mujer había una madre a pagarse para sostenerlo todo, pero mira, a lo mejor no quiere repetir esa historia.
Escúchame con atención, la maternidad no te apaga, te reinventa. Dios no da hijos para tener tu propósito, Dios da hijo para MAGNIFICARLO. Cuando Jilianne llegó a nuestra vida, yo estaba en un momento de mucho trabajo, trabajo intenso, tenía cargas emocionales fuertes, fue cansado, pero yo también vi un renacer, un renacer que me obligó a pausar, a mirar distinto a filtrar mis prioridades, me enseño que el liderazgo más poderoso en el que está detrás de un micrófono, Si no el que se vive desde la cuna hasta la cama.
¿La maternidad no es una distracción del cielo, es una extensión del cielo sobre tu casa y, si me preguntas, si no me daba miedo a perderte en esa etapa? Claro que sí, no, como tantas otras mujeres que en medio de la carrera con los hijos se sienten invisibles, se sienten opacada, se sienten agotadas y yo sentía esa cosa muchas veces, pero cada etapa con mis hijas trajo consigo una regulación, nueva revelación de quién era yo, de las capacidades que Dios me ha dado, de la mujer que Dios estaba formando a través de la experiencia de formarlas a ellas también, y durante cada proceso de todo ese tiempo de maternidad. Yo no me convertí en menos Omayra por ser madre, la verdad es que me convertí en una versión mejor de Omayra, una versión nueva de Omayra.
Isaías 40:11 “Como pastor apacentará a su rebaño, en su brazo llevará los corderos y en su seno los llevará, pastoreará suavemente a las recién paridas”. Y Dios, no solo verás madres, las Pastorelas, las Pastorelas con suavidad. Él sabe que hay fragilidad particular en ese acaba y sabe que el alma tiembla cuando todo depende de ti y él se acerca, no con juicio. Se acerca con ternura. Y aquí tengo una verdad que quizás nadie te va a decir.
Te dije haber sido otra cosita como esta hoy; ser madre no te pone en pausa, ser madre te coloca en sincronía con la dimensión del reino que muchas que solamente descubren cuando se atreven a amar desde el sacrificio de la maternidad, si estás embarazada, si estás criando, simplemente están preguntando si quieres entraré en ese mundo de la maternidad, no lo veas como un paréntesis, míralo como una expansión, como una tierra nueva, como un espacio donde Dios va a revelar partes de ti que tú ni sabías que existían.
¿Así que si tú dejas de resistir ese llamado de la maternidad por miedo y comienzas a preguntarte qué versión de mí está esperando ser activada cuando yo decida abrazar a alguien con toda mi alma, cómo va a ser ese hijo o va a ser esa hija?
5. EL IMPACTO DE UNA MADRE NO TERMINA CON SU PRESENCIA, EN REALIDAD APENAS COMIENZA.
Hay algo que me toca profundamente cada vez que lo pienso una madre, no solo dejar recuerdos, una madre deja huellas y huellas espirituales, que caminamos mucho después de que ella se ha ido de esta tierra.
Estos días me ha tocado en varios funerales de gente que amo, de madres que amaba, que fueron parte de mi vida. Y tengo que decirte que es impresionante, como muchas veces, tú no lo notas mientras está siendo criado, mientras tú estás criando y a veces te preguntas, esto es muchachos me estarán entendiendo, estarán valorando lo que les estoy enseñando, Ay, Dios mío, si están escuchando algo de todo lo que les he tenido que decir, mil y muchas veces.
Un día sin previo aviso, te vas a dar cuenta de que sí, te vas a dar cuenta de que te estaban escuchando, te vas a dar cuenta de que te estaban entendiendo y te vas a dar cuenta de que va a allegar ese día donde van a valorar cada palabra que tú le dijiste. Ese día en que tuve que tu hija consolando a otra como tú la consolaba y te dices es que mi mamá me dijo otra cosa ahí, ese momento en que escuchas que tú oras usando las mismas palabras que tú usabas, ese instante en que se convierte en una mujer que lidera, que ama, que protege, ya yo tengo esa bendición con mis dos hijas adultas que son madres que lo que vieron en mi hoy yo veo que lo están haciendo con sus hijos.
2 Timoteo, 1:5 “Trayendo a la memoria a la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, Y en tu madre, Eunice”, estoy seguro de que a ti también eso, le dijo Pablo a Timoteo. Loida y Eunice quizás no dejaron por el mundo como Timoteo, quizás no predicaron las grandes multitudes, pero sabe lo que supusieron una fe sólida en ese hijo, pusieron una fe sólida en ese nieto Timote, en ese muchacho que se convirtió en el discípulo más confiable de apóstol Pablo y ese es el verdadero legado porque una madre no es medida por lo que logra, sino por el eco que deja en las futuras generaciones.
¿Yo te lo digo con honestidad, yo no soy madre perfecta, jamás me atrevería a pretender a fingir que soy la madre perfecta tengo fallas, tengo días que me sobrepaso, tengo días, me arrepiento de haber respondido con cansancio, tengo días en que me pregunto si lo estoy haciendo bien, si soy suficiente, pero tú sabes qué me sostiene todos los días de mi vida? Que mi fidelidad imperfecta también está sembrando una semilla eterna.
Esa semilla no depende de mi mérito, de mi intelecto, no, no, no, depende de mi entrega porque Dios no solo usa las acciones que hiciste con excelencia, sino también usa las que hiciste con amor, las que hiciste aún con temor y temblor, esa mirada que le diste con ternura, cuando tú no tenías fuerza, esa ocasión en la que en medio de una madrugada lo único que te va a hacer orar, ese te amo que dijiste tantas veces y nadie te lo dijo para atrás. Todo eso, mujer, es una siembra y déjame decirte algo. Tu legado no se queda en tus hijos, tu maternidad, toca nietos, toca discípulos, toca generación que quizás tú nunca vas a conocer, pero que van a caminar sobre el piso firme en que tú te paraste.
Imagina si comienzas a ver cada gesto tuyo, por más pequeño que sea, como un ladrillo, un ladrillo eterno que construye el templo de la identidad de tus hijos. ¿Qué tipo de legado tú estás dejando, si te dieras cuenta de que no termina contigo, si te dieras cuenta de que contigo apenas está comenzando? La maternidad no es solo un rol, es una revolución silenciosa que tiene un impacto eterno.
Hoy hablamos de ese camino sagrado donde entendimos que ser madre, elegir ser madre no te limita, sino que te transforma, que no necesitas un vientre para ser madre, sino lo que necesitas es un corazón disponible y que lo que haces hoy aún con cansancio, con temor, con duda, tiene un eco que va a resonar por muchas generaciones.
Yo te confieso algo desde lo más profundo de mi corazón nunca seré la madre perfecta, lloro, me siento insuficiente, deseo a veces tener más brazos, deseo tener más horas en el día, deseo tener más tiempo, tener más paciencia, peor Dios me ha enseñado que lo que cambia vida no es mi perfección, es mi fidelidad, es mi corazón.
Mi amor imperfecto, peor que sea constante, mi sí diario, aun cuando tiemblo y quiero decir que no y eso quiero dejarte a ti en el día de hoy, no subestimes el poder de tu entrega, tu amor maternal, biológico o espiritual tiene peso eterno.
Cuéntame que parte te hablo más de lo que compartí aquí en el día de hoy y envíalo alguna otra mujer que necesite redescubrir el valor inmenso de esa capacidad de ser madre.
Por último, me gustaría agradecer a todas esas mujeres, que decidieron invertir un par de minutos de su vida leyendo
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