Un Milagro en tu Rostro

24 May Un Milagro en tu Rostro

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^“20 Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos…” Nehemías 2:20

Cuando vivimos tiempos como estos, tiempos de retos económicos a nivel mundial, estos se convierten en tema de conversación, a dondequiera que vamos. En la palabra, en medio de momentos de escasez, Dios siempre prosperaba al pueblo, y lo hacía con el objetivo de que el pueblo le edificara casa a él. Entiende que tu economía no depende del mundo, sino de Dios; tu economía no depende de los gobiernos, porque tu prosperidad no viene del mundo, sino de los cielos.

Cuando Dios saca al pueblo de Israel de cuatrocientos años de cautividad, los saca con oro y plata, y lo hace específicamente porque tenían que construir un nuevo lugar para Dios. Cada vez que Dios le pide al pueblo que construya, hay ciertos elementos en común; entre estos, Dios les entrega planos celestiales a sus hijos, de lo que él desea que hagan en la tierra. Dios es experto en pedirnos cosas sin precedente. Noé construyó un arca, cuando nunca había llovido; Salomón construyó un templo a Dios que, todavía al día de hoy, se estudia su excelencia, la calidad de todos sus elementos. Le servimos a un Dios que nos pide hacer cosas grandes y sin precedentes. Por eso, Dios entrega planos específicos, que van de acuerdo a lo que él quiere hacer, y no a lo que nosotros queremos hacer.

Es importante que entiendas que tu vida no está atada al diseño del mundo. El diseño del mundo dice que, a cierta edad, los jóvenes se pierden, experimentando con cosas del mundo; pero tu vida puede ser una vida sin precedente, y tus hijos pueden ser los únicos en tu familia que no se pierdan en el mundo. Dios tiene planes con tu vida, planes celestiales, y él te los va a revelar, te va a mostrar cosas que tú nunca habías visto.

Hay personas que tienen habilidades necesarias para completar tareas específicas, y Dios pone en nuestra vida personas con talentos especializados, para que se completen cosas que son importantes, dentro de esos planes que él nos ha entregado. Dios te da favor y gracia, y pone en tu destino, personas que tienen la llave para aquello que tú estás esperando, y vas a alcanzar todo lo que Dios te ha prometido que va a hacer.

En Nehemías 2, vemos que el rey Artajerjes se conmueve ante la tristeza de Nehemías, porque Nehemías nunca había estado triste, en presencia del rey. El trabajo de Nehemías no era uno fácil; era un trabajo de extrema presión. Hay personas a quienes, al final del día, se les ve el estrés reflejado en su rostro; tienen trabajos de mucha tensión. Y Nehemías era un copero. El tenía que estar todo el tiempo al lado del rey, por lo que se requería de él un protocolo, una confidencialidad, y un servicio que sobrepasaba el de muchos. Al copero le correspondía probar los alimentos del rey porque, si alguien atentaba en contra de su vida envenenando sus alimentos, el que moriría sería el copero. La vida de Nehemías estaba en juego a diario; en todo momento, su vida estaba en peligro. Y, aun así, la Biblia dice que Nehemías nunca había estado triste en presencia del rey. Hay gente con la que nunca te has llevado bien, a quienes les has cerrado puertas, de quienes te has formulado opiniones, tan solo por su rostro. El rostro tiene mucho valor porque, cuando alguien está verdaderamente feliz, se le ve en el rostro, no lo puede ocultar. De la misma manera, cuando una persona está triste, su rostro también lo dice. En Proverbios 15:13, dice: El corazón alegre hermosea el rostro, mas por el dolor del corazón el espíritu se abate. La palabra nos muestra que, aquellos que estaban arrepentidos, se postraban sobre su rostro. Proverbios 21:29 dice que el hombre impío endurece su rostro. El pecado es algo que se ve en el rostro de una persona. El rostro de una persona revela tantas cosas. La mirada, la sonrisa, la reacción que un rostro tiene ante otra persona, todo esto, nos dice tanto.

En la palabra, Dios mismo habla acerca de su propio rostro, diciendo cosas como: Torné de ti mi rostro. Buscar a Dios se hace con el rostro. Daniel 9:3, dice: Y volví mi rostro a Dios, el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Porque, cuando tú estás en comunión con Dios, en el primer lugar que se te ve, es en el rostro. La palabra nos dice que el rostro de Moisés brillaba, pero lo hacía por la presencia de Dios que estaba en él. Hay quienes piensan que Moisés se cubría el rostro para que no vieran su rostro brillar; pero, en realidad, es todo lo contrario. La Biblia nos enseña que, mientras su rostro brillaba, él lo mostraba; pero, cuando no, entonces, lo cubría.

El primer milagro que debes esperar, hoy, de parte de Dios, es un milagro en tu rostro. El rey pudo saber, automáticamente, que algo estaba pasando en la vida de Nehemías, solo de mirarle el rostro. Tu rostro va a dejar de reflejar las frustraciones del pasado, los malos ratos que has pasado, los rastros de alguna enfermedad. Cuando vives lleno de la presencia de Dios, tu rostro brilla, no paras de sonreír. El Dios Todopoderoso va a borrar los rastros del ayer, para que te olvides del tiempo que no has dormido, del tiempo de tus preocupaciones, y tu rostro cambie. Hoy Dios te va a dar el rostro que va de acuerdo a lo bueno, maravilloso y providente que él ha sido contigo.

Mensaje transmitido por Televisión y Radio el Miércoles, 13 de Abril de 2016

Código del Programa: PY-06A